9 may 2012

4º Domingo de Pascua (B)

Juan 10,11-18

1. Oración Inicial: Señor Jesús, envíanos tu Espíritu Santo para comprender tú Palabra.  Guía nuestros pasos y orienta nuestro caminar para que sigamos tu ejemplo anunciando un Dios que se hace cercano para traernos la justicia y la paz. Queremos ser testigos para construir un mundo nuevo, para que brille el Evangelio y con su luz pueda haber Vida para tu pueblo.    AMÉN. Cantar "Espíritu Santo Ven, Ven".

 2. Lectura: ¿Qué dice el texto?

 a)  Introducción: En el texto de hoy, Jesús tiene delante a sus interlocutores: los fariseos, identificados en Jn 10,19 con los judíos.  Ellos son los falsos pastores, que han excomulgado y echado fuera al ciego. Por el contrario, Jesús, el buen pastor, busca la oveja perdida, la encuentra y la acoge.  Este contraste violento se describe ahora mediante una comparación: la del pastor. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.

b) Leer el texto: Juan 10,11-18: Leemos este texto de Juan con mucha atención, tratando de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.

c) Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d) ¿Qué dice el texto?

1)    ¿Qué versículo o parte del texto más te impresionó? ¿Por qué?

2)    ¿Cómo se identifica Jesús en el texto?  ¿Qué características  tiene el buen pastor?

3)    A diferencia del buen pastor, ¿cómo actúa el asalariado?  ¿Por qué?

4)    ¿Cuál es la relación entre el buen pastor y sus ovejas? ¿Hasta qué extremo está dispuesto llegar el pastor por sus ovejas?

5)    ¿Qué actitud y preocupación tiene el buen pastor por las ovejas que no son de su corral?  ¿Qué deseo tiene Jesús para las personas que no son todavía sus seguidores?

 3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el pasaje, reflexionarlo y aplicarlo a nuestra vida.

a.    ¿Han experimentado en su vida a Jesús como el buen pastor? Compartir.

b.    Hay personas que se presentan como líderes, pero en realidad, en vez de servir, buscan sus propios intereses. ¿Hemos tenido esta experiencia? ¿Cómo debemos evaluar a un líder?

c.    ¿Cómo son nuestras actitudes respecto a personas que dependen de nuestros cuidados? ¿Nos comportamos a veces como el pastor asalariado? ¿Conozcamos de verdad a las ovejas y las ovejas nos conocen a nosotros? ¿Somos capaces de dar la vida por las ovejas?

d.    Jesús abre el horizonte a otras ovejas que no son del redil: ¿No sería que hoy la Iglesia esté demasiada encerrada en sí misma: su manera de celebrar, de organizarse, etc. que mantenga alejada a mucha gente que, de buena gana entraría en nuestra comunión si abriéramos más las puertas que nos encierran?

e.    Nuestra comunidad y nuestra pastoral: ¿Cómo continúa la misión de Jesús, Buen Pastor?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de meditar su Palabra?   Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida.  «El buen pastor da su vida por las ovejas».

5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Cómo puedes vivir una entrega de tu vida en la vida diaria, en tu familia, en tu trabajo?  Llevamos una “palabra”: Seguramente esta “palabra” o versículo se hará presente durante el día (semana)  mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Jesús, Buen Pastor, cuida toda la humanidad, y ya que nos alegramos por la alegría de la Resurrección, danos fuerza para trabajar con valor por el Reino y el gozo de verlo crecer poco a poco en el mundo, de modo que la fraternidad y solidaridad universal sea cada día más real.  Padre Nuestro, que estás en el cielo…  AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más

1. Contexto: El texto del evangelio de hoy (Jn 10,11-18) es la última parte del discurso del Buen Pastor (Jn 10,1-18).  El discurso de Jesús sobre el “Buen Pastor” presenta tres comparaciones, ligadas entre sí por la imagen de las ovejas, que ofrecen criterios para discernir quién es el verdadero pastor:
  • 1ª comparación (10,1-5): «Entrar por la puerta». Jesús distingue entre el pastor de las ovejas y aquel que asalta para robar. Aquello que revela quién es el pastor es el hecho de que él entra por la puerta. El salteador por otra parte.
  • 2ª comparación (10,6-10): «Yo soy la puerta». Entrar por la puerta significa obrar como Jesús, cuya preocupación mayor es la vida en abundancia de las ovejas. Aquello que revela al pastor es la defensa de la vida de las ovejas.
  • 3ª comparación (10,11-18): «Yo soy el buen pastor». Jesús no es sencillamente un pastor. Él es el Buen Pastor. Aquello que revela quién es el Buen Pastor es (1) el conocimiento recíproco entre la oveja y el pastor y (2) dar la vida por las ovejas.
¿En qué modo la parábola del Buen Pastor puede quitar la ceguera y abrir los ojos de las personas? En aquel tiempo, la imagen del pastor era el símbolo de líder. Pero no por el simple hecho de que alguien se ocupe de las ovejas puede éste ser definido como pastor. También los mercenarios cuentan. Los fariseos eran personas líderes. ¿Pero eran también pastores? Como veremos, según la parábola, para discernir quien es pastor y quién es mercenario, es necesario atender a dos cosas: (a) la conducta de las ovejas frente al pastor que las conduce, para ver si reconocen su voz. (b) la conducta del Pastor ante las ovejas para ver si su interés es la vida de las ovejas y si es capaz de dar la vida por ellos (10,11-18).

2. La comparación del Buen Pastor (10,11-15): Jesús no es un pastor cualquiera, es ¡el buen pastor! La imagen del buen pastor viene del Antiguo Testamento. Diciendo que es el Buen Pastor, Jesús se presenta como aquél que viene a cumplir las promesas de los profetas y las esperanzas del pueblo. Hay dos puntos en los que insiste: (a) En la defensa de la vida de las ovejas: el buen pastor da su vida. (b) En el mutuo entendimiento entre el pastor y las ovejas: El Pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen al pastor. Y el pastor falso, que quiere vencer su ceguera, debe confrontar su propia opinión con la opinión de la gente. Esto era lo que no hacían los fariseos. Ellos despreciaban a las ovejas y las llamaban gente maldita e ignorante (7,49; 9,34). Al contrario, Jesús dice que la gente tiene una percepción infalible para saber quién es el buen pastor, porque reconoce la voz del pastor (10,4). Los fariseos pensaban que poseían la certeza en discernir las cosas de Dios. Pero en realidad eran ciegos. El discurso sobre el Buen Pastor encierra dos importantes reglas para quitar la ceguera farisaica de nuestros ojos: (a) Los pastores están muy atentos a la reacción de las ovejas, porque reconocen la voz del pastor. (b) Las ovejas deben prestar mucha atención a la conducta de aquéllos que se dicen pastores para verificar si verdaderamente les interesa la vida de las ovejas, sí o no, o si son capaces de dar la vida por las ovejas. ¿Y los pastores de hoy?

3. «Pastores» en la comunidad cristiana: Cuando entre los primeros cristianos comenzaron los conflictos y disensiones entre grupos y líderes diferentes, alguien sintió la necesidad de recordar que, en la comunidad de Jesús, sólo él es el Pastor bueno. No un pastor más, sino el auténtico, el verdadero, el modelo a seguir por todos. Esta bella imagen de Jesús, Pastor bueno, es una llamada a la conversión, dirigida a quienes pueden reivindicar el título de «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que se parece a Jesús, sólo piensa en sus ovejas, no «huye» ante los problemas, no las «abandona». Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por ellas, «expone su vida» buscando su bien. Al mismo tiempo, esta imagen es una llamada a la comunión fraterna entre todos. El Buen Pastor «conoce» a sus ovejas y las ovejas le «conocen» a él. Sólo desde esta cercanía estrecha, desde este conocimiento mutuo y esta comunión de corazón, el Buen Pastor comparte su vida con las ovejas. Hacia esta comunión y mutuo conocimiento hemos de caminar también hoy en la Iglesia.
 
4. Responsabilidad pastoral no es un privilegio: Estamos ante la disyuntiva central: vida o muerte. Jesús hace ver así lo que está realmente en juego al interior de la Iglesia. Quienes tienen una tarea de orientación en ella deben estar cerca al pueblo cristiano, conocer sus necesidades y esperanzas. Más todavía, compartir su vida. La responsabilidad pastoral no es un privilegio, es un servicio. El pastor que se aleja de los sufrimientos cotidianos de los pobres, de los maltratos que reciben, se convierte en un extraño, y finalmente - por duros que puedan parecer los términos- en un «ladrón y salteador». Es un riesgo permanente. La advertencia del Señor es severa y exigente.

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