9 may 2012

Pascua de Resurrección (B)

1. Oración Inicial: Señor Jesucristo, hoy tu luz resplandece en nosotros(as), fuente de vida y de gozo. Danos tu Espíritu de amor y de verdad para que, como María Magdalena, Pedro y Juan, sepamos también descubrir e interpretar a la luz de la Palabra los signos de tu vida divina presente en nuestro mundo y acogerlos con fe para vivir siempre en el gozo de tu presencia aún cuando todo parezca rodeado de las tinieblas de la tristeza y del mal. AMEN.    Cantar,  "Espíritu Santo Ven".

2.   Lectura:   ¿Qué dice el texto?

a. Introducción: Vamos a leer hoy el pasaje que describe el sensacional descubrimiento de la tumba vacía por parte de María Magdalena y de los dos discípulos. El relato contiene elementos muy valiosos que nos ayudan a dinamizar nuestro propio camino pascual. Durante la lectura, tratemos de prestar atención a los detalles del relato.  Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios.

b. Leer el texto: Juan 20,1-9: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva para escuchar a Dios. Leerlo una segunda vez. 

c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para dejar que la Palabra de Dios impregne el corazón y la mente.     Terminar cantando: “Tu Palabra me Da Vida”.

d.  ¿Qué dice el texto?

1)     ¿Qué versículo o parte del texto te impresionó más? ¿Por qué?

2)     ¿Quién fue la primera persona en llegar a la tumba de Jesús? ¿Qué día fue? ¿Qué hace?

3)     En la carrera con Pedro, ¿Quién llegó primero al sepulcro y qué hizo? ¿Qué hizo Pedro al llegar?

4)     ¿Qué pasó con el discípulo amado cuando entró al sepulcro vacío?

5)     ¿Qué es lo que no entendían inicialmente en la Escritura?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida?  No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo.  Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.

  1. Para dar testimonio no basta saber que Jesús ha resucitado, hay que experimentarlo presente. Cada uno(a) relata, ¿cuál es su experiencia de encuentro personal con el Señor Resucitado? ¿Qué ha hecho Cristo en mi vida?
  2. Nuestro pueblo vive situaciones de muerte cotidianas (cesantía, salarios injustos, situaciones de corrupción, violencia e injusticia). El Dios de la Vida nos invita a ser testigos de la Resurrección. ¿Cómo podemos ser testigos del proyecto del Reino donde vivimos y trabajamos? ¿Cómo celebrar el gozo pascual en medio del sufrimiento humano?
  3. ¿Qué significa ser testigo de la Resurrección del Señor en nuestros días?
  4. ¿Has pasado ya por una experiencia de pérdida o de muerte? ¿Qué te ha dado nueva vida o qué te ha devuelto esperanza y alegría de vivir?
  5. ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad en nuestra vida?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Hacer oraciones dirigidas directamente al Señor. Dirigirse al Padre, a Jesús o al Espíritu Santo. Hablar con él, contarle, decirle lo que uno quiere o siente.  ¡Alabado sea Cristo, que ha resucitado de entre los muertos dándonos la vida!”

5.  Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto y Comprometernos con la transformación de la realidad: Compromiso: ¿Con qué signos externos concretos voy a celebrar la Resurrección de Jesús en mi casa y en mi comunidad? Llevamos una “palabra”. Esa palabra o versículo nos va a acompañar hasta que nos encontremos nuevamente. Seguramente esta “palabra” o versículo se hará presente durante el día (semana)  mientras participamos en nuestros quehaceres diarios.

6. Oración final: Señor de la vida, que nos llenas de gozo con ocasión de las fiestas anuales de Pascua. Ayúdanos para que, renovados por la gran alegría experimentada por la comunidad, trabajemos siempre por vencer los signos de la muerte y hacer crecer la Vida, hasta que experimentemos la plenitud del Reino de Dios.  AMÉN.

Para Las Personas Que Quieran Profundizar Más 

 1. De todas las mujeres presentes en la tumba en los otros evangelios, sólo María Magdalena aparece en Juan. Tuvo el valor de quedarse con Jesús hasta la hora de su muerte en la cruz (19, 25). A la noticia de la Magdalena que ve el sepulcro vacío, Pedro y el Discípulo Amado van al sepulcro. El evangelio nos comunica algo extraño: el «otro discípulo (discípulo amado)» corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro, pero no entró. Pedro miró adentro y vio los lienzos en el suelo. El discípulo amado, tras haber entrado, vio también el sudario enrollado en un lado y el evangelio dice: «Vio y creyó» Pero no nos dice nada de la reacción de Pedro que había entrado primero en el sepulcro vacío. Al final, el evangelio añade esta frase: «Aún no habían comprendido la Escritura, según la cual Jesús debía resucitar de entre los muertos». (20,9). Esto significa que el Antiguo Testamento no comunica por sí sólo la comprensión total de lo que encierra. La luz para entender el verdadero sentido del Antiguo Testamento se ve en el preciso momento en que el Discípulo Amado «Vio y creyó». Su experiencia de la resurrección fue como una luz que entró en los ojos de los discípulos y de las discípulas y les reveló el sentido total y completo del A.T. Y es la luz en los ojos la que libera el sentido de las palabras del A.T.   «». 

Una comparación para entender el cambio. Entre un grupo de amigos, uno de ellos muestra una foto en la que se ve a un hombre con un semblante muy severo, con el dedo levantado, casi agrediendo al público. Todos piensan que se tratara de una persona inflexible, antipática, que no deja lugar a intimidades. En ese momento llega un muchacho y exclama: «¡Es mi padre!».  Los demás lo miran y dicen: «¡Vaya padre severo, eh!». Y él contesta: «¡No, no en absoluto! Es muy cariñoso. Mi padre es abogado. Esa foto se la sacaron cuando estaba denunciando un crimen de un latifundista que quería expropiar a una familia pobre de un terreno baldío y que tenía desde hace años. Mi padre ganó el pleito. Los pobres se quedaron con la tierra».  Todos se miran de nuevo y dicen: «¡Qué bonita foto!». Casi de manera milagrosa, la foto se ilumina y asume un aspecto nuevo. Aquel rostro tan severo se cubre de una inmensa ternura. Las palabras del hijo cambian todo, ¡sin cambiar nada! Las palabras y los gestos de Jesús, nacidos de su experiencia de hijo, acogido y resucitado por el Padre, sin cambiar una letra o una coma, cambiaron todo el sentido del Antiguo Testamento (Mt 5,17-18). Dios mismo, que parecía a veces en el Antiguo Testamento tan lejano y severo, asumió los rasgos de un Padre bueno, lleno de ternura.

2. El Discípulo Amado: El otro discípulo a quien Jesús quería: es un personaje que aparece sólo en este evangelio y sólo a partir del capítulo 13, cuando muestra una gran intimidad con Jesús. Aparece en todos los momentos decisivos de la pasión y de la resurrección de Jesús, pero permanece anónimo y sobre su identidad se han dado hipótesis bastantes diferentes. Probablemente se trata del discípulo anónimo del Bautista que sigue a Jesús junto con Andrés (1,35-40). Puesto que el cuarto evangelio no habla nunca del apóstol Juan y considerando que este evangelio a menudo narra cosas particulares propias de un testigo ocular, el "discípulo amado" ha sido identificado con el apóstol Juan. El cuarto evangelio normalmente se le ha atribuido a él. En el texto de hoy se ve una cierta competencia de jerarquías: el discípulo amado (que había aparecido por última vez junto a la cruz) es el primero en llegar a la tumba y ver las vendas con que habían envuelto a Jesús. Pero será Pedro, cuando llegue corriendo un poquito después (que la última vez había aparecido negando a Jesús) quien entre primero a la tumba vacía y ve el paño con que habían cubierto su cabeza, lo cual prueba que los discípulos no habían robado el cuerpo. A continuación entra el discípulo amado quien ve lo mismo y cree (es el primero en creer). Se mantiene la primacía del discípulo amado. Ante la ignorancia colectiva K(“no conocían las Escrituras, que debía resucitar”), uno solo regresa habiendo creído. En la cercanía a Jesús y en la percepción de las señales este discípulo amado  precede siempre a Pedro (13,23.25; 15,15s; 21,7).

3. El Nuevo Rostro de Dios: El encuentro con Jesús, lleno de vida después de su ejecución, transformó totalmente a sus discípulos(as). Lo empezaron a ver todo de manera nueva. Dios era el resucitador de Jesús. Los seres humanos podrán destruir la vida de mil maneras, pero si Dios ha resucitado a Jesús, esto significa que sólo quiere la vida para su pueblo. No estamos solos ni perdidos ante la muerte. Podemos contar con un Padre que, por encima de todo, incluso por encima de la muerte, quiere vernos llenos de vida. En adelante, sólo hay una manera cristiana de vivir. Se resume así: poner vida donde otros ponen muerte. Si Dios ha resucitado a Jesús, quiere decir que es verdad: «felices los pobres porque le tienen a Dios». La última palabra no la tiene Tiberio ni Pilato, la última decisión no es de Caifás ni de Anás. Dios es el último defensor de los que no interesan a nadie. Sólo hay una manera de parecerse a él: defender a los pequeños e indefensos. Dios resucita a los crucificados. Dios ha reaccionado frente a la injusticia criminal de quienes han crucificado a Jesús. Si lo ha resucitado es porque quiere introducir justicia por encima de tanto abuso y crueldad como se comete en el mundo. Dios no está del lado de los que crucifican, está con los crucificados. Sólo hay una manera de imitarlo: estar siempre junto a los que sufren, luchar siempre contra los que hacen sufrir.

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